Una de las cosas que más sorprende a quien visita Menorca por primera vez es el paisaje tremendamente variado de una isla tan pequeña. Si bien la actividad humana a lo largo de los siglos ha influido, el factor fundamental de esta maravillosa variedad es la extraordinaria geodiversidad de la isla.
Las formaciones rocosas, que incluyen las más antiguas de las Islas Baleares, abarcan unos 400 millones de años.
Prácticamente toda Menorca está formada por rocas sedimentarias. Sin embargo, estas se han formado de formas muy distintas que corresponden, en términos generales, a cuatro períodos geológicos diferentes. Estos distintos orígenes han producido formaciones rocosas que son drásticamente diferentes en morfología, composición y color.
Esto ha dado lugar a algunos de los paisajes más sorprendentes de la isla, desde los desolados afloramientos oscuros, los espectaculares acantilados grises, así como las colinas y calas de arenisca roja del norte hasta los barrancos escarpados y las impresionantes canteras de marés blanco que asemejan grandes anfiteatros en el sur.