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Prehistórico
Con más de 1.500 yacimientos catalogados en tan solo 700 km² de isla, 1.200 de los cuales son de época prehistórica, Menorca atesora un patrimonio histórico inigualable, sobre todo en lo referente a la cultura talayótica que comprende el periodo de la llegada de los primeros habitantes a la isla hace unos 4.200 años hasta la conquista romana 123 a.n.e.
Una red de construcciones protohistóricas de primer orden convierte la isla en un auténtico museo al aire libre: se han podido identificar hasta quince tipos de construcciones con diversas funciones, entre ellas: talayots, sepulcros megalíticos, hipogeos, cuevas naturales con muralla, pozos y salas hipóstilas, además de las conocidas navetas y taulas, exclusivas de Menorca.
Destacando por su singularidad, su monumentalidad, su abundancia y su buen estado de conservación, constituyen el único rastro de la arcaica sociedad mediterránea que residía en la isla. Por ello se ha presentado ante la UNESCO la candidatura “Menorca Talayótica” con una selección de nueve áreas territoriales representativas para que considere su declaración como Patrimonio Mundial.
Militar
Hoy Menorca es famosa por su tranquilidad. ¡Pero no siempre ha sido así! De hecho, Menorca y los menorquines han vivido una historia extremadamente dura de conquistas y reconquistas, además de haber sido apaleados y saqueados por los piratas berberiscos.
Los menorquines han sabido defenderse y, de hecho, los honderos menorquines que lucharon junto a Hannibal y Julius Cesar fueron reconocidos como los mejores del mundo clásico.
Hay pocos lugares en Menorca que no lleven una cicatriz de alguna batalla pasada. Las visitas a muchas localidades menorquinas adquieren otra dimensión cuando se escuchan las historias de feroces ataques y valientes defensas o cuando se completa la visita con un recorrido por las torres defensivas locales.
Sin embargo, las dos fortalezas que custodian la desembocadura del puerto de Mahón destacan por su interés militar, arquitectónico, histórico y humano.
Uno de los monumentos más visitados de Menorca es la fortaleza del siglo XIX de Isabel II (conocida popularmente como La Mola) que impresiona no solo por su enorme tamaño sino también por la belleza de su construcción y el ingenio de su diseño. En lo alto de los acantilados, dos de los que una vez eran los cañones más grandes del mundo montan guardia en el punto más oriental de España.
Por otro lado, la fortaleza también es tristemente conocida por ser la ubicación de una infame prisión militar después de la Guerra Civil. La fortaleza es un laberinto y no todo está abierto al público en general, por lo cual te recomendamos contar con un guía habilitado para aprovechar al máximo tu visita.
La otra gran fortaleza que custodia la entrada al puerto de Mahón es la de San Felipe. Aunque gran parte de su estructura actualmente está en ruinas, se han hecho tramos visitables de las extensas galerías subterráneas, algunas con ingeniosas trampas para mantener a raya al enemigo. En el Castillo de San Felipe sólo se permiten visitas organizadas.
Por otro lado, también destaca el legado británico en el litoral menorquín con la imponente presencia del Fuerte Marlborough y de las torres defensivas tipo ‘Martello’.
Podemos encontrar también torres de defensa españolas del siglo XVIII, torres de vigía del siglo XVI, igual que torres medievales que hoy en día se encuentran adosadas a las casas de campo para defender puntos estratégicos de posibles ataques enemigos, sobre todo de los piratas berberiscos.
Durante la Guerra Civil también se construyeron innumerables búnkers y trincheras que, si bien nunca llegaron a utilizarse realmente, son testimonio de una época convulsa en la historia insular.
Arquitectónico
La configuración arquitectónica actual de Menorca viene fuertemente marcada por las diferentes ocupaciones y dominaciones españolas, francesa y británicas a lo largo de la historia.
Todas ellas han ejercido influencia en las costumbres sociales, la organización política y también eclesiástica, pero la huella de tanta diversidad cultural se hace visible sobretodo en sus edificios y monumentos, paseando por las calles de los pueblos y ciudades, siendo todos ellos muy singulares y diferenciados unos de otros, lo que les dota de una identidad propia.
Al ser una isla, los estilos arquitectónicos urbanos en Menorca no tienen la misma cronología que los períodos clásicos europeos y se pueden considerar eclécticos, es decir, una mezcla de gótico catalán tardío, barroco, neoclásico y también renacentista en algunos casos.
Siendo más presente el estilo barroco de los siglos XVII y XVIII en la parte de poniente debido a la reconstrucción de la antigua capital insular, Ciutadella, después del ataque turco otomano padecido en 1558 que prácticamente arrasó con la mayor parte del legado medieval y musulmán de dicha ciudad.
Aun así, se mantiene, entre otros, el principal elemento del siglo XIII, la Catedral de Menorca. Situada en Ciutadella y actual sede de la Diócesis menorquina, fue construida sobre una antigua mezquita árabe en estilo gótico catalán.Más tarde, entre otras reformas, se añadiría un portal neoclásico en su fachada.
De esa época son también la iglesia de Santa María en Mahón y todos los edificios eclesiásticos de la isla que marcaron la organización territorial actual. Al igual que el Santuario de la Virgen de Monte Toro, patrona de la isla, construida en el siglo XVII a partir de una antigua iglesia gótica cuya entrada recuerda la arquitectura rural menorquina.
En cuanto al casco antiguo de Ciutadella, se concentra en un enclave antiguamente amurallado (Civitadella) donde se ubicaría la ciudad romana Iamo o la antigua Medina Minurqa, hermana menor de la actual Palma de Mallorca (Medina Majurqa). El resultado a día de hoy es una gran concentración de casas señoriales construidas entre los siglos XVII y XIX por familias adineradas que adquirieron títulos nobiliarios y de algunas familias de la antigua corona aragonesa del siglo XIII que habían venido en tiempos de la reconquista cristiana de la isla.
Por otro lado, el clasicismo británico del siglo XVIII puede verse principalmente en la parte del levante insular y especialmente en Mahón, capital administrativa actual desde que la Casa del Gobernador militar de la isla fue trasladada allí por su Gobernador Richard Kane.
En cada rincón de sus calles y edificios se respira la influencia británica:fachadas, puertas, pestillos y ventanas de guillotina son testimonio de la herencia cultural arquitectónica colonial británica.
Dicha influencia arquitectónica se hace visible también en las casas de una creciente clase burguesa enriquecida durante una época en la que Menorca tenía un excelente contacto comercial con todo el arco mediterráneo gracias a su posición estratégica, uno de los puertos naturales más grandes del mediterráneo y a la exención de pago de impuestos de la corona británica.
Otra población que tiene marcada influencia colonial inglesa es el pueblo de Es Castell, originariamente denominado Georgetown en honor al rey Jorge III de Inglaterra cuya configuración actual es el resultado del traslado y reconstrucción de la barriada que había crecido demasiado cerca de la fortaleza de San Felipe que protege la entrada del puerto de Mahón.
Finalmente, otro municipio marcado por la influencia colonial es Sant Lluís que fue fundado por los franceses en honor al rey Luis IX. Fue durante los escasos 7 años de presencia gala en la isla (1756-1763) cuando se levantó su iglesia principal de marcado estilo afrancesado.
Faros
Otro elemento digno de mencionar son los faros de la isla que sirven de guía a navegantes y que hoy en día se han convertido en atractivo turístico de primer orden dado su encanto paisajístico.
En Menorca podemos encontrar un total de 7 faros. Los más conocidos son Favàritx, Cavalleria y Punta Nati en el Norte, Cap d’Artrutx y el más aislado, el que se encuentra en la isla del Aire, en el sur. Finalmente los que dan la bienvenida a los dos puertos principales de la isla: el del Castillo de San Felipe para el puerto de Mahón y Sa Farola para el puerto de Ciutadella.
Todos ellos fueron construidos entre mediados del siglo XIX e inicio del siglo XX ante la gran cantidad de naufragios de la época.
Etnológico: El campo menorquín
En la prehistoria la isla debía tener un paisaje radicalmente distinto al que vemos ahora, puesto que los bosques menorquines fueron altamente explotados hasta principios del siglo XX. Así, de los pinos, encinas, acebuches y brezos salían todo tipo de materiales utilizados en la fabricación de carbón y la construcción de las casas, barcas y utillaje del campo. El resultado de dicha explotación es el paisaje que tenemos hoy en día, dividido por una extensa red de muros de piedra en seco que le dan ese aspecto de mosaico tan característico.
Visto que Menorca se caracteriza por tener veranos secos y calurosos, el hombre ha creado una serie de sistemas de extracción y almacenaje del agua como los pozos de torno (exclusivos de la isla), norias, cisternas y abrevaderos.
La extracción de sal es una actividad que se remonta a finales del siglo XVIII. Así, en el recorrido del Camí de Cavalls aún se pueden encontrar diversas salinas.
Los hornos de carbón servían para la obtención de carbón vegetal y los hornos de cal servían para producir la cal a partir de piedras calcáreas.
Los molinos de viento harineros eran muy abundantes por la gran cantidad de días ventosos en Menorca durante todo el año.
Las barracas y ponts de bestiar son, igual que los boerets y corrales, recursos constructivos tradicionales para el ganado. Paralelamente a la construcción con piedra en seco, destaca en Menorca el marés, una piedra calcárea arenisca, extraída en las canteras y utilizado generalmente en las construcciones tradicionales de la isla. A parte de las pequeñas canteras domésticas, existen en Menorca unas canteras espectaculares que han sido catalogadas como patrimonio cultural de máximo interés.
